Sus cuerpos se atraen como polos opuestos en un universo de placer.
Bailan y juegan con la seducción
con la mirada
con el tacto
con la desesperación...
La sangre hierve debajo de la piel y muestra salvajismo.
El pulso se acelera y retumba en el pecho violento buscando volar...
Sus labios bailan ritmos idénticos y exploran más allá del mundo,
La luz tenue acentúa el brillo del sudor que los sumerge y sus brazos se vuelven cadenas imposibles de romper.
La bestia embiste una y otra vez a su presa, que sin disimularlo disfruta y se retuerce.
Sus garras marcan el recorrido hacia el infierno y su boca pide más.
De pronto el cielo se siente cercano,
huele a victoria,
a poder,
a satisfacción
y saboreando con antelación
explota el mundo
Inertes, como intentando perpetuar el instante más maravilloso, mezcla entre lo terrenal y lo universal, se funden en un abrazo de pieles desnudas. Dulce.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario