martes, 22 de septiembre de 2009


Él la invita a su vida escondiendo debajo de la alfombra su pasado prometiendo transparencia y eternidad.
Ella tiene miedo de sus miedos y convive con su mente perturbada y perturbadora, la misma que genera ese temor que no la deja amar.
Él calla y ella grita silenciosamente. Están en sintonía pero aun no lo saben. Ella siente vergüenza de que sus sentimientos vayan más rápido que sus pensamientos. Él sigue callado.
Sus corazones vomitan palabras que sus bocas fruncen con fuerza diciéndose a si mismos "no es aun el momento" y así seguirán, hasta que un día se miren y se den cuenta de que no hacen falta palabras.
Ella volvió del futuro y me contó que pronto nos amaremos con locura!

domingo, 6 de septiembre de 2009


Mis palabras sonaron seguras, sin rastros de miedo, dominantes y con un dejo de orden. Las milésimas de segundos que tardó su respuesta fue un sin fin de posibilidades en mi mente, una fugaz película con una gran variedad de finales pasó ante mi. Sus ojos fulminaron a los míos buscando mentira. Su respuesta fue una inesperada petición que hizo que repitiera mi guión.
Sus brazos se apoderaron de mi cuerpo y mi cuello se rindió ante sus labios. El espacio que nos separaba ya no existía. Nuevamente nuestros cuerpos se movían al compás de nuestras respiraciones, pero esta vez teníamos pensado llegar mas allá. Nuestras miradas se cruzaban llenas de placer y cariño, sedientos uno del otro.Las vendas que escondían nuestra piel iban desapareciendo en la marcha como por arte de magia.
La palabra "miedo" salió de mi boca y por un lapso de tiempo me invadió la vergüenza, ¡ pero que estúpida sonaba! sin embargo enseguida mi mente opto por el olvido y se centró en lo que estaba a punto de ocurrir.
Sus manos me recorrían sabiamente , sabía llevar tan bien la situación, me generaba infinita confianza, incontables sonrisas, indescriptible placer...
Fuimos uno, apartados del mundo, un anexo de la realidad, acompañados (al menos en mi caso) de un sin fin de nuevas sensaciones, sumida en una respiración acelerada interrumpida entre besos y besos. Nuestros cuerpos comenzaros a generar un calor incontrolable que generó rápidamente un sudor que nos baño a ambos sin mínima importancia.
Horas fueron las que me quedé en silencio observándolo dormir, sus ojos verdes ya no seguían a los míos, su expresión tan dulce y calma me provocaba tanta felicidad. Me era imposible no tocar su piel, mis manos recorrían su rostro tratando de guardar cada detalle en mi mente para cuando no este más a mi lado.